Tolerancia a la Frustración: Acompañar el Crecimiento Emocional Paso a Paso

Tabla de Contenidos

¿Quieres aplicar la terapia de juego en casa?

Descubre cómo transformar el juego en una herramienta terapéutica divertida, educativa y llena de conexión emocional. Te ayudamos a implementar dinámicas simples y efectivas para fomentar el desarrollo emocional y la comunicación con tus hijos.

La tolerancia a la frustración es la capacidad de manejar la incomodidad emocional cuando las cosas no salen como esperamos. Es una habilidad que no nace con el niño y/o niña: se construye en la relación con los adultos que lo acompañan. Como bien señala Andrea Cardemil, niños y niñas aprenden a tolerar la frustración cuando experimentan el malestar, acompañados de adultos que los sostienen emocionalmente, sin resolverlo todo por ellos.

Primera infancia (0 a 2 años): el inicio del control emocional

Lo esperable: En los primeros años, el cerebro aún no puede regular emociones intensas. Las rabietas y llantos son normales. Donald Winnicott hablaba de la importancia del “ambiente suficientemente bueno”: un cuidador que calma y da sentido a la emoción. Así, el niñ@ aprende que puede sentirse mal y luego volver a estar bien.

Desafío para los cuidadores: no eliminar la frustración, sino ayudar a calmarse a través del vínculo. 

Tips:

• Mantén la calma y valida la emoción.

• Nombra lo que siente (“estás enojado porque…”).

• No distraigas ni minimices: acompaña.

• Usa materiales blandos o de juego sensorial, como Jolly Heap, para canalizar energía con seguridad.

Etapa preescolar (2 a 5 años): del todo al poco a poco

Lo esperable: Es la etapa del “yo solo”. Quiere autonomía, pero sus habilidades aún no alcanzan sus deseos, generando frustración frecuente.

Desafío: Evitar extremos: hacer todo por el niño y/o niña, o exigirle demasiado. Amanda Céspedes (2018) destaca que la frustración es una “emoción maestra” que enseña paciencia y autoconocimiento, siempre que sea dosificada y comprendida.

Tips:

• Refuerza el esfuerzo más que el resultado.

• Muestra con tu ejemplo cómo manejas tus errores.

• Abraza y contén cuando la emoción sea intensa.

• Usa bloques magnéticos Jolly Heap, para crear juegos constructivos y cooperativos.

Etapa escolar (6 a 9 años): aprender a esperar y resolver

Lo esperable: Se enfrentan a frustraciones ligadas al grupo: perder, equivocarse, compararse. Empiezan a integrar reglas y el sentido del esfuerzo.

Desafío: Enseñar que equivocarse no es fracasar. Andrea Cardemil señala que “los niños deben experimentar pequeños fracasos para desarrollar autoconfianza”.

Tips:

• Usa juegos grupales para practicar turnos y cooperación.

• Valida la emoción sin rescatarlo (“entiendo que estás triste, y sé que puedes intentarlo otra vez”).

• Fomenta la reflexión (“¿qué podrías hacer diferente?”).

• Evita frases que invaliden (“no llores”, “no importa”).

Preadolescencia (10 a 12 años): la frustración como autoconocimiento

Lo esperable: Surgen frustraciones más complejas: sociales, escolares y relacionales. Buscan autonomía y aprobación, enfrentándose a límites más abstractos.

Desafío: Acompañar desde el diálogo y la reflexión. Amanda Céspedes señala que “la empatía parental es la herramienta más poderosa de regulación emocional”.

Tips:

• Escucha antes de aconsejar.

• Refuerza el pensamiento reflexivo (“entiendo tu enojo, ¿qué podrías hacer ahora?”).

• Ayúdalo a diferenciar lo que puede y no puede controlar.

• Promueve actividades de descarga física y creativa.

¿Cómo aportan los Bloque Jolly Heap?

“Jugar con bloques Jolly Heap no es solo construir… también es aprender a esperar, a probar y a volver a intentar. Cada vez que una torre se cae, el niño y/o niña entrena su tolerancia a la frustración. Aprende que el error no es un final, sino un nuevo comienzo. Los bloques blandos y magnéticos permiten experimentar sin miedo: se pueden derribar, reorganizar y construir de nuevo. En ese proceso, el niño desarrolla paciencia, regulación emocional y confianza en sus propias capacidades. Porque cuando el juego es seguro y libre, la frustración deja de ser una amenaza… y se transforma en crecimiento.”

Reflexión final

Tolerar la frustración no significa no sentirla, sino aprender a vivirla con apoyo y empatía. Somos el espejo donde los niños y niñas aprenden que las emociones difíciles no son peligrosas, sino parte del crecimiento.

Referencias

• Cardemil, A. (2020). Educar las emociones, educar para la vida.

• Cardemil, A. (2021). Creciendo con emociones. 

• Céspedes, A. (2018). Niños con pataletas, adolescentes desafiantes. 

• Céspedes, A. (2020). Cerebro y emociones: Cómo acompañar el desarrollo infantil. 

• Winnicott, D. W. (1971). Juego y realidad.